La paradoja de la escasez de mano de obra en el sector de la automoción
Hace un tiempo conocí a un par de jóvenes que estaban terminando el segundo curso de grado de automoción, en la rama de chapa y pintura. Ambos estaban entusiasmados con su futuro profesional, confiando en un mercado laboral con una alta demanda y poco desempleo. Como alguien que conoce de primera mano la escasez de profesionales en el sector —ya que visito talleres casi a diario— les aseguré que tendrían empleo el mismo día que terminasen sus estudios.
Sin embargo, esta semana, cuando volví a encontrarlos, su situación era muy diferente: ambos habían terminado sus estudios con resultados muy exitosos, pero en 8 meses ninguno había logrado encontrar empleo.
Esto me parecía paradójico. Por un lado, la industria automotriz reporta una escasez crónica de mano de obra cualificada. Sin embargo, por otro lado, hay profesionales jóvenes y bien formados que no pueden acceder a puestos técnicos.
Ante esta situación, decidí investigar el problema en profundidad. Me recorrí decenas de talleres, muchos de ellos clientes míos, y les pregunté si había algún puesto para estos dos jóvenes bien formados. La respuesta fue unánime: «Necesitamos mecánicos, pero seamos sinceros, a un recién formado hay que enseñarle el mundo real. Ponerlo al día desde que sale de la formación hasta que realmente aprende en el día a día del taller lleva más de un año. Y, al precio que se ha puesto el salario mínimo, no nos podemos permitir formarlos. Tienen que traer la experiencia debajo del brazo»
Un problema de costos y competitividad
Aquí surge una problemática mayor: hasta hace poco, un mecánico bien pagado cobraba XXX. Ahora, XXX es prácticamente el salario mínimo de un profesional con un par de años de experiencia. Si se contrata a un jóven recién titulado con el mismo salario que un mecánico con 2 o 3 años de experiencia, se crea un conflicto interno en la empresa. La solución lógica sería aumentar proporcionalmente el sueldo de los empleados experimentados, pero esto haría que el negocio no fuera viable económicamente.
Esta situación se ve agravada por la desaparición de los contratos de formación o por las trabas burocráticas que dificultan su aplicación. Antes, estos contratos permitían a las empresas contratar aprendices con una retribución menor a cambio de formación real en el puesto de trabajo. Ahora, sin un mecanismo similar, las pymes del sector se ven obligadas a elegir entre contratar a un mecánico experimentado (que ya es escaso) o asumir el costo de formar a un joven sin experiencia, lo cual no es viable con los costos salariales actuales.
Un problema generacional que va a más
El resultado de esta situación es preocupante: cada vez menos jóvenes logran incorporarse a la industria, lo que perpetúa la escasez de mano de obra cualificada en el sector. A largo plazo, esto podría llevar a una crisis laboral en la automoción, donde simplemente no habrá suficientes profesionales para cubrir la demanda del mercado.
Por tanto, la subida del salario mínimo, aunque bienintencionada en muchos casos, ha generado un problema estructural adicional en sectores como este. Regular todo a golpe de decreto sin acompañarlo de medidas complementarias, como incentivos a la formación en empresas o bonificaciones para la contratación de jóvenes, ha resultado en una situación insostenible.
Posibles soluciones
Para evitar este colapso generacional en el sector de la automoción, es necesario un enfoque más integral que contemple medidas como:
- Programas de aprendizaje dual: donde los estudiantes puedan combinar la formación teórica con prácticas en talleres, recibiendo un salario ajustado y aprendiendo en un entorno real.
- Bonificaciones para la contratación de jóvenes: incentivos fiscales para las empresas que contraten a mecánicos en formación.
- Subvenciones para la capacitación de empleados jóvenes: ayudar a las pymes a costear la formación de nuevos empleados.
- Flexibilización de los contratos de formación: para que sean más accesibles y atractivos tanto para las empresas como para los trabajadores.
Si no se toman medidas urgentes, nos encontraremos con un sector en crisis, donde la falta de profesionales cualificados hará subir los costos de reparación, reduciendo la competitividad de los talleres y afectando a toda la cadena de valor de la automoción.
Es hora de abordar este problema con soluciones reales y sostenibles, en lugar de seguir impulsando regulaciones que, aunque bienintencionadas, no consideran la realidad de las empresas y los trabajadores.